Medio siglo de técnicos agrarios - José Mouriño Cuba}

2022-07-16 02:17:50 By : Ms. Tina Zhang

La pandemia fue tan inoportuna que impidió en su día el reencuentro de los Ingenieros T. Agrícolas pertenecientes a la primera promoción con motivo de cumplirse medio siglo de tal acontecimiento. Los actos quedaron en su día reducidos a la colocación de una placa referente a la efemérides, pero el alma de lo que se quería por parte de los componentes de esa promoción estaba herida por el maldito virus, que impidiera realizar un encuentro conmemorativo.

Sigue rondando tal acompañante, pero ese grupo de los años setenta, que fue el embrión agrario universitario de Galicia y por consiguiente del campus de Lugo, al fin acordó realizar el 21 de junio del año en curso esa reunión de confraternidad y celebración gastronómica pendiente, en conmemoración de medio siglo de tal acontecimiento académico.

Con la mirada retrospectiva se acuerda uno del tango porteño, porque se siente que fue un soplo la vida, que cincuenta años no son nada y que en estos momentos el alma se siente aferrada a un dulce recuerdo. Es volver a la juventud, cuando se elegia la formación individual, que en algunos casos era la elegida por vocación, en otros por azar, otros por obligación y algunos porque no quedaba otra alternativa.

De cualquier manera, de forma generalizada, fue una promoción que se sentía observada por la novedad y en cierta manera nacía un compromiso generacional con nuestra sociedad, ajeno a la importancia de la semilla universitaria que estaba germinando.

Lugo empezaba a situarse en el mapa del mundo universitario y en consecuencia se fortalecía su aspecto cultural, raíces visibles en una ciudad circundada por arquitectura histórica como la muralla, hoy patrimonio de la humanidad, que nos hace a todos más sensibles y posiblemente más felices por concienciarnos que tenemos algo que ofrecer.

Aquel acontecimiento del inicio de los estudios agrarios en la Escuela de I.T.A., coincidía con el abandono de tiempos muy difíciles y el asomo de ciertas aperturas sociales que el futuro esperaba. Era romper en parte con el centralismo de aquellos tiempos por lo menos a efectos formativos, aunque tal vicio le pasa como al covid, persiste. En aquellos tiempos soplaban los vientos del sesenta y ocho, por lo que la experiencia se enriquecía con la novedad de ciertos movimientos estudiantiles en la ciudad que daban aires a la valoración individual y a su importancia histórica.

Mientras, el campo capeaba los tiempos como podía con el recuerdo de la guerra ‘incívica’, cierto miedo a la innovación, la infravaloración de su trabajo y el silencioso empuje a sus hijos para que abandonaran el medio rural, lo que se hizo bien a través de la emigración o de los estudios.

Precisamente por esa circunstancia la formación agraria era la que podía evitar tal situación. Objetivo evidente de forma explícita e implícita y al que aquella hornada del año setenta en parte ayudó a frenar la dinámica que arrastrábamos. Se creó un ambiente universitario atractivo que fue reclamo de generaciones posteriores, de lo que surgió la divulgación y formación agraria tan necesaria en la provincia y en Galicia.

Hoy día 21 esa primera promoción, siente la alegría de «volver» a encontrarse; aunque sea con la frente marchita y las nieves del tiempo que platearon nuestra sien. Sin duda con el deber cumplido y disfrutando de las mieles del tiempo que dan sosiego y la reflexión suficiente para disfrutar de un buen encuentro.

Esta promoción tuvo que enfrentarse al mundo de la innovación, romper moldes y le dio tiempo para comprobar que el trabajo de hormiguero, en los inicios pasa desapercibido, pero con el tiempo se hace muy visible, por eso que ese espíritu desea transmitirlo a las generaciones venideras.

La actividad profesional, básicamente se repartió entre la empresa privada y la funcionarial, dando ciertos toques gallegos en sus trabajos, lo que se acentuaría con la transición política. Ese sello se notó en diferentes áreas, desde las estructuras hasta la formación por los Servicios de Extensión Agraria. Tambíén es cierto que no todos se dedicaron a la actividad agraria.

Ahora, cuesta abajo en la rodada, las ilusiones de esta promoción no se pueden arrancar y soñando con el pasado que se añora, el tiempo viejo que se llora porque nunca volverá; nos trae el recuerdo de aquellos que ya no están con nosotros. De los veintidós alumnos de la promoción, cinco nos dejaron. Para todos un emocionado recuerdo que perdurará hasta «el último de la fila».

Este recuerdo debe hacerse extensivo para aquellos que hicieron posible que este embrión universitario tuviera luz en aquellos años. Recuerdo del profesorado que hizo lo que pudo. Pero sobre todo Lugo creo que tiene gran deuda con los responsables de crear aquella Escuela.

Resulta obvio que la perfección no existe y a pesar de todos los problemas que existieron, que eran normales teniendo en cuenta el momento, la trascendencia de este hecho desde la óptica actual, es indudablemente positiva para la provincia y la sociedad gallega.

Los alumnos de aquella promoción, también disfrutaron de una oportunidad, teniendo que pagar la tasa de ciertas deficiencias iniciales, que hoy solo son anécdota. Importante es que volviendo la vista atrás, desde la serenidad que da el bagaje histórico, la memoria nos trae al poeta Machado: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar».

En aquella época, la ocasión llamaba a la esperanza, por lo que aquel grupo humildemente es un simbolo de referencia y como tal, el que suscribe, desde la atalaya del sentimiento les envía a todos sus componentes un fuerte abrazo.